
El extremo del perfeccionismo: El trastorno obsesivo.
Ya hemos visto en anteriores publicaciones lo que ocurre cuando la perfección se convierte en una obsesión: nada es suficiente y solo con la intención de dar lo mejor de nosotros mismos no basta. Nos centramos en ser infalibles y tener éxito cuando sabemos que ese tipo de excelencia no existe y que si la alcanzamos (con suerte), mantenerla en el tiempo es prácticamente insostenible.
El fracaso no tiene cabida en nuestro mundo. Esto hará que el umbral de la frustración sea mínimo y que la posibilidad de cometer un error se convierta en la peor de nuestras pesadillas.
Y entramos en una espiral de Insatisfacción Continua…
(Para profundizar más, si lo deseas, tenemos en la WEB ciertas publicaciones relacionadas con el tema: “Obsesiones”, “¿Qué es la compra compulsiva o adicción a las compras?”, “¿Por qué las personas inteligentes se agobian más bajo presión?” “¿Qué hacen los psicólogos para tratar el TOC?”).
Llegados a este punto cabe preguntarse que si esto es así, ¿qué es lo que empuja a las personas a querer convertirse en “seres perfectos” cuando la excelencia no existe? Estas son algunas de las circunstancias que pueden propiciar este perfeccionismo patológico:
- Personas que durante la infancia SOLO han obtenido el cariño y aprecio de sus padres cuando han habido éxitos y no por sus características personales.
- Hijos que han imitado la conducta perfeccionista de sus padres o haber crecido en un ambiente en el que los fallos o fracasos no se toleran porque se cree que traerán consigo consecuencias catastróficas e irreversibles.
- Falta de confianza y sensación de inseguridad continua que la persona asocia con su poca valía personal, es decir: atribuye los errores y fracasos a sí mismo-a, y los éxitos a la suerte o a un esfuerzo sobrehumano.
El perfeccionismo obsesivo en la vida cotidiana
Cuando ese afán de alcanzar la perfección en todo está interfiriendo en numerosas áreas de la vida cotidiana de la persona, puede llevarle a…
Trabajo: Nada será suficiente y ninguna labor estará todo lo bien que se pretende, por lo que la ejecución será lenta, la productividad menor, probablemente los compañeros sean más rápidos… generando todo ello gran frustración o malestar.
Relaciones personales: En el ámbito relacional se dan dos polos extremos:
- Por un lado, esa autoexigencia la extrapolan a los demás: las personas perfeccionistas obsesivas tienden a ser muy exigentes con los demás, resultando en ocasiones muy poco tolerantes y excesivamente críticos.
- Por otro lado, estas personas se esfuerzan mucho en sus relaciones personales y sociales, tratando de que el otro “se sienta cómodo”, dado que también necesitan “ser perfectos” en sus relaciones.
Toda esta situación puede volverse en su contra, ya que les puede generar gran ansiedad y frustración el no alcanzar las elevadas expectativas puestas en cada relación y el posible rechazo de los demás por sus excesivas críticas.
Salud: El perfeccionismo aumenta el riesgo de padecer Problemas psicológicos como Ansiedad, Depresión, Trastornos de la Alimentación, Trastornos del Sueño… incluso algunos estudios han mostrado que las personas muy perfeccionistas están más predispuestas, por ejemplo, a sufrir dolores de cabeza, lo cual resulta coherente dada su obsesión por el perfeccionismo en todo. Además, hay que añadir un escaso autocuidado, debido a ese “no parar” y estar siempre dispuesto-a. Eso se traduce en estrés, no vacaciones, no descanso… ¡siempre alerta y preparado para no fracasar!
En definitiva…
Abandonar el control por la perfección no es tarea fácil…pero es posible. Merecerá la pena siempre y cuando soltar esa obsesión te lleve a agarrar cosas que para ti sean importantes…Recuerda que un perfeccionismo “moderado” puede ser de gran ayuda cuando nos acerca a realizar tareas y mejorar, pero cuando este se convierte en una obsesión central en la vida, y se lleva al extremo, puede ocasionar un gran sufrimiento que obstaculiza las tareas cotidianas y la propia felicidad.