
Instinto: ¿Nos movemos por él o podemos dominarlo?
Varias definiciones de este concepto
Se suele decir que aquello que nos diferencia de los animales es que somos seres “racionales”, analíticos, con capacidad para tomar decisiones y resolver problemas. Hemos desarrollado un cerebro más avanzado, que nos permite pensar de forma abstracta y usar el lenguaje para comunicar todo tipo de ideas.
Sin embargo, esto nos trae algunas preguntas: ¿queda algo de instinto animal en nosotros?, y si es así ¿lo podemos dominar? ¿Debemos movernos más «por instinto» o de forma lógica? ¿Y de qué hablamos exactamente cuándo nos referimos al instinto? Estas son algunas de las cuestiones que pretendemos aclarar a continuación.
Existen varias maneras de concebir lo que son los instintos, y entre las más destacadas encontramos:
El Instinto según Darwin:
Para Darwin, los instintos constituían una parte esencial de la naturaleza de cada ser vivo. Es el instinto el que permite la subsistencia, la relación con el entorno y con el resto de individuos de la misma especie. En el caso de los seres humanos, podríamos hablar del instinto de reproducción o el de alimentarse.
– Problema: Parece evidente que en el reino animal, los instintos se conservan y cumplen su función vital, pero en el caso de los seres humanos no es tan simple, y es que existen ciertos instintos que quedan anulados en pro de nuestra capacidad para obrar con voluntad propia, como resulta con el Instinto de perpetuación de nuestra especie, que no es otro que el instinto de supervivencia. El ser humano es el único animal capaz de desafiar la naturaleza de sus instintos.
Sin embargo, parece que sí existen otra serie de instintos, como el de cooperación o el religioso (investigado actualmente) que sí son característicos del ser humano y que nos han servido para evolucionar como especie y llegar a ser una de las criaturas de la naturaleza más complejas que existen.
El Instinto según Freud
En Instinto Freudiano trata a este como una fuerza que empuja al sujeto -incluidos los apetitos de carácter individual, propios de cada uno- hacia algún estímulo (una persona, representación u objeto). Este enfoque percibe al instinto más como una necesidad que tiene que ser saciada, más que una sensación o conducta innata que provoca esa necesidad.
Es decir: Nuestros actos vienen a calmar esa sensación de presión o tensión, una necesidad de reacción que viene a raíz de nuestros instintos, la cual es molesta y desagradable.
-Problema: Esta visión del instinto es un enfoque sin ningún tipo de base científica, a pesar de ser muy popular por provenir de una figura tan polémica como lo ha sido siempre Freud.
El Instinto como Intuición:
A pesar de parecer lo mismo, la realidad es que no hablan de lo mismo. La intuición está formada por una serie de reglas, que se van construyendo a lo largo de la vida de los seres humanos, fruto de sus experiencias e interacciones en la sociedad, para dar respuestas rápidas y automáticas a los diferentes dilemas y dificultades de la vida. Se trata de una especie de “atajo mental”, y seguirlo ahorra muchos recursos a la persona. Cuando se le presenta a la persona alguna pregunta, tiene que elegir y se siente confusa, es muy común escuchar: ¿qué te dice tu intuición?
Por tanto, el instinto aquí es entendido como un modo de conocer o actuar basado en sentimientos, sensaciones y motivaciones, ya sean corporales o cognitivas, pero que no vienen del análisis sosegado, sino que parecen irrumpir de forma imprevista.
– Problema: No siempre tenemos por qué seguir nuestras reglas mentales, al igual que existen instintos (como comentábamos en el caso de la definición de Darwin) que chocan con nuestro estilo de vida. Un claro ejemplo es el caso del instinto maternal: a pesar de no haber pruebas científicas de su existencia, se ha popularizado el término para definirlo como una especie de impulso que empuja a una mujer a sentir motivación y querencia por una prole presente o futura. Aunque la maternidad sea un deseo que toma diferentes formas en cada mujer y a veces pueda no darse nunca.
Últimas Investigaciones: Instinto, Libre Albedrio y Voluntad Humana.
Los recientes estudios concluyen que actuamos antes de pensar, impulsados por nuestro instinto y nuestras emociones. Esto significaría que no somos tan diferentes a los animales …
Y es que nuestras decisiones podrían estar predeterminadas inconscientemente segundos antes de que nuestra conciencia las perciba como si las hubiera originado de manera racional.
No obstante, nuestras conductas obedecen, en buena medida, a los hábitos y costumbres que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestras vidas. Y aquí sí interviene el libre albedrío.
Si, por ejemplo, una persona decide reaccionar de forma agresiva cada vez que su instinto de supervivencia se sienta atacado, y así lo reafirma con sus vivencias, esta persona ha aplicado su libre voluntad a anticipar sus futuras respuestas agresivas frente a cualquier ataque. Por lo tanto, esa «premeditación» habrá sido condicionada por la educación y el entorno, pero también por su capacidad de elección personal.
Concluyendo…
Parece que decir que somos seres 100% racionales, lógicos y que carecemos de instinto animal no es del todo cierto. Tampoco podemos decir que somos pura hormona, química o que estamos determinados genéticamente para sobrevivir. Hay ocasiones donde nuestros instintos parecen superarnos, y otras donde a pesar de su aparición, nuestra voluntad de acción se pone por delante de cualquier emoción. Aun así, la ciencia sigue investigando para llegar al trasfondo de este asunto, y ver qué ocurre realmente ¿Dónde se localizan, cuáles son primarios y cuáles han sido “construidos”, cómo, por qué a veces sí y otras no, qué viene primero, etc?… ¡tendremos que seguir esperando para tener resultados concluyentes!