
Lagom: El concepto sueco para vivir en equilibrio
Demasiados compromisos, excesiva estimulación que demanda nuestra atención, demasiado por hacer … unido a la necesidad de cubrirlo todo se traduce en vidas carentes de sentido.
La vida moderna se ha convertido en una competición: Vivimos en la sociedad del exceso, del siempre ir a más, de la abundancia. Estamos continuamente comparando y midiendo para tener más que los demás, y todo por llegar a ser más perfectos, más admirados y más queridos.
Nos sumergimos a tal presión que cada día puede resultar agotador: Por un lado tenemos que alcanzar ese ideal de felicidad y perfección, y por otro, si no lo conseguimos, nos frustramos y pensamos que todo el esfuerzo no ha servido para nada.
Esto puede hacer que adoptemos el lado opuesto: ley del mínimo esfuerzo o minimalismo, es decir, no hacer nada bajo la premisa «total, y para qué me voy a esforzar si no voy a llegar a X».
Los suecos, que son el noveno país más feliz del mundo, tienen un concepto muy interesante para encontrar el equilibrio entre el exceso y el minimalismo: lagom.
¿Qué es eso de «Lagom»?
Lagom es una palabra que podría traducirse literalmente como «la cantidad justa«. Viene a hablarnos del equilibrio entre los diferentes aspectos de la vida.
No abraza ningún extremo, pero tampoco los niega ya que la armonía que busca es realista e individual, no se trata de un ideal utópico. Lo que es excesivo o demasiado es una cuestión subjetiva, por tanto si ese estilo de vida está afectado a tu salud de alguna manera sabrás que estás en «desequilibrio».
Por ejemplo, si tener demasiados compromisos sociales te está distrayendo de tu trabajo tendrás que adoptar medidas, o por el contrario, si una cantidad excesiva de trabajo está haciendo mella en tu vida personal tendrás que buscar alternativas siempre y cuando ello te esté generando algún tipo de malestar. Es tan sencillo como saber lo que es esencial en tu vida y saber cuándo algo no te está sirviendo o te hace sufrir.
¿Cómo podemos aplicarlo en nuestra vida?
Para empezar, queremos dejar claro que esto no es una cuestión de dos días: Todo cambio de hábito requiere tiempo y paciencia, por tanto, puede ser que aparezca frustración y en ocasiones, falta de ganas. Es vital que nos comprometamos y seamos constantes, ya que si abandonamos nunca llegaremos a ese equilibro saludable.
Por tanto, habría que hacer un trabajo de conocimiento interior previo a los hábitos conductuales a implantar. Esa mirada hacia nuestro interior implica, primero, dejar de desear lo que los demás nos marquen para hacerse la pregunta: ¿Y yo, qué es lo que quiero?, ¿Cómo deseo vivir YO de aquí en adelante? ¿Qué me hace FELIZ a MÍ?
Contestadas estas preguntas, es entonces cuando podemos empezar a implantar acciones que tengan significado en nuestra vida. Esto no significa que nunca más volvamos a sentir presión, agobio o cansancio, pero tendrá un sentido: Pasar por todo ello nos conducirá a aquello que elijo y deseo en mi vida, por tanto proporciona la calma, serenidad y el equilibro del que habla Lagom. En definitiva, nos acerca a la salud en todas sus dimensiones.
Ejemplos para aplicar el concepto de Lagom en la vida cotidiana …
Un poco de desorden no siempre es algo malo: si te agrada tener un estante en la cocina lleno de dulces o un cajón repleto de bolígrafos, hazlo. Solo asegúrate de que lo que guardas sea valioso y utilizado. Un estante lleno de libros es solo una carga si nunca los lees.
Lo mismo vale para cualquier cosa que esté abarrotando tu espacio sin un propósito. ¿Estás disfrutando realmente de ese bolso que compraste porque quedaba muy bonito en la foto? Si no, regálalo. Antes de comprar algo nuevo para la casa pregúntate si las cosas que tienes ya son lo suficientemente buenas. El punto es encontrar una vida más simple que todavía tenga espacio para las cosas que te hacen feliz.
Con la comida ocurre lo mismo. Los suecos reconocen que hay un tiempo para disfrutar de todos los manjares que hacen que una celebración sea estupenda, pero también hay un momento para moderar. Con ello podemos disminuir el desperdicio y contribuir más con el ahorro de recursos del planeta. Por ejemplo, en lugar de comer frutas importadas durante todo el año, intenta encontrar productos locales que estén en temporada, o intenta que tu plato cubra tus necesidades reales, disfrutando de aquellos productos o comidas que más te gusten.
Sé consciente de lo que traes a tu vida, mantén aquello que disfrutas y cambia aquello que no te satisface. No es necesario que sean cambios muy grandes, sino pequeños pasos que sumados uno a uno, a la larga, pueden hacer mucho en ese equilibrio saludable.
A veces, las cosas más simples te traerán la mayor alegría. Esta es la clave para vivir lagom.