¿Qué es la Disociación?

¿Qué es la Disociación?

¿Sabías que la mente puede llegar a desconectarse de la realidad para protegernos?

Llamamos disociación al proceso psicológico que se da en nuestro cerebro cuando nuestros recursos psicológicos para afrontar alguna situación rebasan sus límites. En su versión más leve o “no patológica”, se trata de una respuesta normal de los seres humanos, donde podemos observar la disociación como una especie de abstracción: la mente se encuentra en otra parte mientras que se realiza alguna actividad de forma automática. Un ejemplo común puede ser lo que ocurre cuando conducimos, ya que, en muchas ocasiones, vamos inmersos en nuestras preocupaciones mientras el cuerpo se encarga de conducir. Es como si hubiéramos sido manejados como marionetas por alguien externo para llegar al lugar mientras nuestra mente estaba por otro lado. Otro ejemplo es el que nos ocurre cuando nos aburrimos y no estamos pendientes de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, fantaseando.

Pero hay otras situaciones que nos generan tal impacto emocional, tensión, miedo o dolor, que vivirlas en ese momento nos desbordaría y las consecuencias podrían ser desastrosas. Por ello, la mente se disocia: se desconecta de la realidad para protegernos. Ejemplo de situaciones así son: violaciones, maltrato físico, abuso infantil, vivencias de catástrofes, accidentes, muertes, atracos o episodios de otro tipo de violencia. Todas estas situaciones tienen en común que la persona no puede defenderse o escapar. Esta sensación de no tener salida es detectada por nuestro inconsciente, poniendo en marcha los mecanismos oportunos.

¿Cómo funciona?

La disociación se activa de forma instintiva y sin control voluntario de la persona. Las zonas desconectadas son las propias del cerebro emocional: se “apaga” el córtex anterior de manera que no podemos regular nuestro comportamiento conscientemente. Paralelamente a esto, la amígdala -el principal centro emocional del cerebro-, activa la producción de cortisol para inhibir el funcionamiento del hipocampo, que es la estructura que nos permite dar significado a nuestras experiencias y ubicarlas en nuestra historia vital (recuerdo, memoria y almacenamiento).

Por último, la activación para producir opioides -los anestésicos naturales de nuestro organismo- nos permite soportar mejor el dolor físico y/o emocional.

Es así como llega a originarse este mecanismo de defensa, ayudando a la persona a desvincularse de la carga emocional que ocasiona el acontecimiento amenazante (Van der Hart, Steele y Nijenhuis, 2008).

El problema de la disociación surge cuando el suceso relacionado con el trauma ya no está presente y la persona sigue valiéndose de los mecanismos de disociación para enfrentarse a la carga emocional que le supone el trauma.

Además, la persona aprende a manejar las dificultades disociándose, es la manera que usa para enfrentarse a cualquier suceso que pueda generar cierto estrés o malestar. Por tanto, el umbral de lo que se considera desbordante cada vez es más bajo, y los síntomas y episodios disociativos son cada vez más numerosos.

Tipos, causas, prevalencia

La disociación provoca una separación en la integridad de las funciones de la memoria de recuerdos pasados, consciencia, identidad, percepción y sensación del ambiente.

Por consiguiente, al no poder ser posible la integración de la información referente al trauma, la respuesta de disociación causa una serie de alteraciones que se clasifican en síntomas positivos –aquellos que la enfermedad te añade a nivel de pensamiento, ideas y lenguaje, es decir, relacionados con el deterioro de procesos mentales- y síntomas negativos -los que afectan a la vida de la persona debido a su incapacidad para adaptarse, es decir, relacionados más con las consecuencias de no poder evadir los recuerdos del trauma en su contexto: pareja, ocio, trabajo, etc.-

Así, podemos encontrarnos casos de Amnesia Disociativa (incapacidad para recordar información importante. El episodio de amnesia generalmente se presenta en forma repentina y puede durar minutos, horas o, rara vez, meses o años), Fuga Disociativa (episodios donde la persona se abstrae por momentos, una especie de viaje mental que sumerge a la persona a un estado de confusión que la aleja de su vida ), trastorno de identidad disociativo o trastorno de personalidad múltiple como se conocía anteriormente (presencia de dos o más estados de personalidad o identidades diferentes que, recurrentemente, toman el control del comportamiento del individuo. Las personas con trastorno de identidad disociativo, en general, también tienen amnesia disociativa y, a menudo, sufren fuga disociativa.), y trastorno de despersonalización (sensación de estar fuera de ti mismo o separado de tu cuerpo o procesos mentales).

Dentro de estas manifestaciones, podemos encontrar una serie de síntomas que se pueden producir de manera aislada o simultánea y se agrupan en psicomorfos (nivel mental) y somatomorfos (nivel corporal).

Van der Hart et al. (2008) afirman que entre los síntomas psicomorfos (nivel mental) y los síntomas de la esquizofrenia existe una relación, en donde se contemplan pensamientos delirantes, deterioro en los afectos, inserción y extracción del pensamiento, alucinaciones auditivas, limitación del pensamiento crítico y pesadillas.

Puede observarse además, una alteración en la función crítica de la persona, déficits en las capacidades, así como deterioros en la dimensión del foco atencional, concentración, planificación y de la memoria (amnesia). A veces tienen pesadillas donde la persona revive el trauma y puede existir una alteración en regulación del apego.

Por otro lado, los síntomas somatomorfos (nivel corporal) vienen dados por sensaciones, percepciones y comportamientos de sufrimiento, crisis convulsivas e inactividad somática. Pueden producir una disminución tanto en las habilidades, sensaciones y capacidades motoras de la persona.

Como consecuencia, podemos observar un aplanamiento o embotamiento efectivo de estas personas, caracterizado por la dificultad para expresar lo que sienten, tanto así que pueden desaparecer las muestras de afecto hacia los demás junto con limitaciones para comunicarse. A todo esto, hay que añadirle falta de motivación y de satisfacción en la vida diaria y también podría darse, dificultad para iniciar y mantener actividades planificadas.

Por tanto, no es de extrañar que en su extremo más grave, estas personas necesiten de ayuda en las tareas diarias.

¿Cómo podemos solucionarlo?

La psicoterapia es el principal tratamiento para los trastornos disociativos y, aunque no existen medicamentos diseñados para estos, paralelamente, el médico, puede recetarte antidepresivos, medicamentos para la ansiedad o antipsicóticos para ayudarte a controlar los síntomas asociados a los trastornos disociativos. El psicoterapeuta trabajará en ayudar a entender la causa del trastorno y a desarrollar nuevas formas de afrontar las situaciones de estrés. Para ello será necesario que la persona se abra y comience a hablar sobre las disociaciones y los problemas que le genera. Con el tiempo, el terapeuta y con permiso de la persona, se centrará más en hablar sobre el trauma que sufrió, pero, por lo general, solo lo hará cuando el paciente pueda hacer frente a ciertos desafíos o situaciones. Establecer una buena alianza terapéutica con el terapeuta será de vital importancia para tener estas conversaciones desde un espacio donde la persona se sienta cómoda y segura.