¿Por qué me como las uñas?

Comerse o morderse las uñas, también conocido como onicofagia, es un hábito que comienza en la edad infantil pero se puede arrastrar hasta la vida adulta.

¿Cómo empezamos a mordernos las uñas?

El origen de la onicofagia suele ser el de la imitación: En el entorno del niño hay una o varias personas que se muerden las uñas de manera habitual. El niño lo ve y lo repite una y otra vez. Esta acción unida a la sensación de calma que aporta el centrarse en hacer una tarea concreta que además, no requiere mucho esfuerzo, en este caso: estar concentrado y entretenido en comerse las uñas, hace que se adquiera como hábito, sobre todo en situaciones de angustia y estrés. Por tanto, se convierte en una herramienta de gestión de emociones difíciles.

Evolución y cronoficación

A medida que va avanzando el tiempo y se va entrando en la juventud y edad adulta, el número de situaciones que nos genera estrés, ansiedad, frustración, malestar en general aumentan, por tanto será mucho más repetida esta acción con las consecuencias que ello genera, no solo a nivel de salud – infecciones de origen bacteriano como la paroniquia o uñeros, trastornos en la mandíbula o desgaste en los dientes, malestar psicológico unido a sensaciones de vergüenza -, sino también a nivel estético, uñas carcomidas y deformadas, cutículas lesionadas, manos descuidadas.

Por tanto, comerse las uñas se convierte en un patrón de conducta automático que no solo se da ante situaciones desagradables, sino que además nos entretiene. Así que el mero hecho de no tener nada que hacer, estar aburridos o tener las manos cerca de la boca es un motivo más que suficiente para empezar a morder. Digamos que es el claro ejemplo de; ‘el martillo usado para todo’.

¡CUIDADO!

En la edad adulta la onicofagia suele ir desapareciendo, puesto que se aprende a manejar las emociones y controlar los actos compulsivos, no obstante, puede ocurrir que el comerse las uñas se sustituya por otro tipo de acciones relajantes, algunas mucho más peligrosas como puede ser el tabaco, alcohol o drogas. Y esto ocurre porque la persona no ha aprendido a convivir con emociones difíciles y tiende siempre a buscar una vía de escape fácil e inmediata que nos distraiga del malestar. Es decir: Se cambia un martillo por otro distinto, pero no deja de ser un martillo que no hace otra cosa que clavar y clavar.

¿Qué hago, cómo puedo dejar de hacerlo?

Llegados a este punto, te habrás dado cuenta de que lo realmente importante es soltar el martillo, y aprender a utilizar otra herramienta. Es decir, el problema no es sólo el comerse las uñas, sino el estar siempre esclavizados a tener que hacer algo para no sentir ciertas sensaciones. Aprender técnicas de autorregulación emocional que te permitan gestionar de manera más asertiva las emociones es la forma en la que puedes dejar atrás este mal hábito. Para ello puedes ir a un psicólogo, hacer algún tipo de taller relacionado con esta temática, practicar meditación, hacer deporte o yoga. Intenta instaurar patrones de conducta más saludables y hacerte con una amplia gama de herramientas-como siempre digo-. No obstante, desde MASSVITAL te podemos dar unos consejos que te motiven en los momentos de más dificultad:

  1. Lleva a cabo un ritual de higiene de manos: échate crema de tu olor favorito o aquella que te deje un tacto agradable, píntate las uñas o hazte la manicura. Disfrutar de unas manos estéticamente bellas te puede aportar seguridad y además lo pensarás dos veces antes de llevarte las manos a la boca.
  2. Observa los momentos donde suelas morderte más las uñas, ya sea por frecuencia o intensidad: ¿cuándo suele ser, por la mañana, por la tarde, cuando tienes hambre, cuando estás con tus hijos, en el trabajo…?
  3. Prepara un ‘protocolo de emergencia’: Para aquellas situaciones donde sientas que puedas recaer o para esos momentos que has observado del punto 2, por ejemplo: darte un paseo, ponerte música, hacer algún ejercicio, hablar con alguien, etc.
  4. Ten siempre las manos muy limpias, por si recayeras, evitar la entrada de bacterias. Ese lavarse las manos continuo, además, puede servir de recordatorio, conectando de nuevo con tu presente y con la idea de que morderse las uñas trae consigo serias consecuencias para la salud.
  5. Evita tomar estimulantes como el café, el té o refrescos con cafeína. La ansiedad no será la mejor de tus aliados en este momento, más bien todo lo contrario.
  6. Comunícale a tus amigos o familiares cercanos lo que te has propuesto. Además de crear un compromiso social, pueden ayudarte en momentos más difíciles de llevar.

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