Como sabréis la mayoría, en España a finales de junio e inicios de julio, vienen las famosas “rebajas de verano” donde muchas industrias y comercios nos presentan multitud de objetos y utensilios como una oportunidad única de adquirirlos a precios más económicos, sin pararnos si quiera a pensar si los necesitamos o no.

Es totalmente normal por la sociedad en la que nos encontramos que con la llegada de las rebajas se compre o se gaste algo más. Pero hay que tener cuidado, ya que esta actividad de compra, en ocasiones, responde a ciertos patrones de conductas impulsivas o adictivas.

Una compra compulsiva es aquella que responde a la sensación de urgente necesidad a adquirir objetos que no necesitamos. 

Esta impulsividad es imposible de dominar para quien la experimenta, y viene acompañada de ansiedad, nerviosismo e irritabilidad. Todo este cuadro de malestar solo será aliviado una vez que la persona realice la compre, eso sí, ese alivio será solo temporal, ya que de nuevo vendrán todas esas emociones y además de la mano de una sensación de culpa tras “haberse dejado engañar de nuevo” por todo ese torbellino de emociones molestas.

Las empresas y sobre todo las grandes industrias están al tanto de todo esto y por ello llevan a cabo un tipo de publicidad que nos ataca de forma inconsciente, concretamente a esa parte impulsiva, es decir, a la emoción.

¿Cómo no caer o llevar un manejo correcto de las emociones que no me lleven a comprar de forma impulsiva?

Lo primero es conocerse a uno mismo, es decir, TOMAR CONSCIENCIA. Esto se consigue pensado y analizando antes de realizar la compra: “¿Qué me lleva a hacer esta compra? ¿Lo necesito? ¿Qué pretendo adquiriendo este artículo? Una vez adquirido ¿realmente me va a ayudar a cubrir esa necesidad?

Evidentemente, si necesito una chaqueta porque la mía está deteriorada y la veo a un precio menor, estoy cubriendo la necesidad de “estaré calentit@” y además lo obtengo a un precio menor. Ahí no sería algo impulsivo ni responde a una emoción, sino más bien se trata de una gestión inteligente que cubre una necesidad real (frío en invierno).

Pero si tras hacerme esas preguntas las respuestas son del tipo: “Recompensarme o premiarme por haber trabajado duro”, “conseguir mayor felicidad”, “aprobación social o admiración” “paliar algún malestar o insatisfacción personal”, entonces estaremos actuando desde la emoción y esa parte inconsciente, cayendo en esas trampas mentales. Es un ERROR creer que la adquisición de algo material nos va a ayudar a ser más felices, ya que esa sensación es efímera. La eterna felicidad no existe. Conseguimos el bienestar a través de vidas más plenas y satisfactorias, y esto se alcanza desde la experiencia y trabajando en las áreas vitales de cada uno: trabajo (laboral), familia, pareja, etc. –aquella que cada uno considere oportuno-.

La compra de ese artículo simplemente nos traerá una efímera sensación de bienestar, o lo que es lo mismo, será como poner un parche, una tirita a una gran herida que no está curada y llevas mucho tiempo sin tocarla ni hacer nada por ella. Por tanto no estás solucionando “esa infección”, más bien todo lo contrario.

En ocasiones somos conscientes de todo esto, y esa realidad trae la castigadora CULPA. Es aquí cuando puede darse el fenómeno de AUTOENGAÑO PSICOLÓGICO: Buscamos una excusa que nos haga sentir mejor, que justifique el acto de la compra. Esto se debe a la tendencia del ser humano a SER COHERENTES CON NUESTROS ACTOS. Cuando observamos que algo no nos cuadra- en este caso, comprar algo que no quiero comprar y que no necesito-buscaremos esa coherencia, es decir, que cuadre a cualquier precio: “Me puede venir bien, lo compro para mi hija (seres queridos), es exclusivo y lo tengo a menos precio, lo tendré guardado para cuando se me rompa el que tengo (necesidad ficticia), etc.”

Espero que esta entrada te haya ayudado a tomar algo más de consciencia, y pueda hacer que gestiones las compras de una forma más inteligente. Si necesitas ayuda de más especializada, no dudes en contactar conmigo.